Ese es
Hiroshi Sugimoto, el fotógrafo japones que me recomendó el profe. Él ocupa una exposición larga, de
dos horas, en teatros/cines vacíos. Esa luz pinta a la sala y nos enseña su dimensión, que va mas allá de la pantalla. Me da una impresión de opulencia, maginitud, pero a la vez una cosa mórbida. Me inquieta.
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